Ronda un silencio que
hiere,
Se eleva al cielo una
ausencia que duele
Nos queda por siempre tu
sonrisa
Y tu voz firme que nos
acaricia
Y nos guía hacia la
sabiduría.
Nos sorprende tu partida a
la madrugada
Y esperamos el ocaso para
ver allá en lo alto
La estrella más brillante y
dedicarte una plegaria.
Hasta siempre SEÑO ALICIA, se
nos adelantó
Para prepararnos el camino.
Marina
A. de Sacardo.