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Investigadores consiguen que peces y abejas se comuniquen entre sí

Muchos se preguntaran que tienen que ver las abejas con los peces, ya que por empezar, sus hábitats son muy distintos. Sin embargo, investigadores europeos se propusieron averiguar de qué forma podrían interactuar y cuáles serían los beneficios que traería en el ecosistema.

Bajo el proyecto ASSISIbf, los ingenieros de EPFL y otras cuatro universidades europeas ,lograron que grupos de abejas y peces se comunicaran entre sí.

Por empezar, aseguraron que las abejas se encontraban en Austria y los peces en Suiza, pero, a través de los robots, las dos especies transmitieron señales una a la otra y gradualmente comenzaron a coordinar sus decisiones.

“Creamos un puente sin precedentes entre las dos comunidades de animales , permitiéndoles intercambiar algunas de sus dinámicas”, dijo Frank Bonnet, investigador del Mobile Robots Group (MOBOTS) de EPFL, que ahora es parte del Laboratorio de Biorobótica de la escuela (BioRob).

Cabe mencionar que desde hace un largo tiempo que los investigadores de MOBOTS diseñaron robots con el fin de mezclarse en grupos de animales e influir en su comportamiento.

Ya probaron a los robots en comunidades de cucarachas, pollos y, más recientemente, en peces. Uno de estos robots “espía”, pudo infiltrarse en un banco de peces en un acuario circular y hacer que nadaran en una dirección determinada.

Para este estudio, los ingenieros tomaron el experimento con peces y dieron un paso más, conectando el robot y el banco de peces con una colonia de abejas en un laboratorio en Graz, Austria.

Indicaron que allí, las abejas viven en una plataforma con terminales de robot en cada lado que naturalmente, tienden a revolcarse.

LOS ROBOTS COMO INTERMEDIARIOS

Los robots dentro de cada grupo de animales emitieron señales específicas para esa especie. El robot que se encontraba con los peces emitió ambas señales visuales, en términos de diferentes formas, colores y rayas, y señales de comportamiento, como aceleraciones, vibraciones y movimientos de la cola.

Los robots en la colonia de abejas emitieron señales principalmente en forma de vibraciones, variaciones de temperatura y movimientos del aire. Ambos grupos de animales respondieron a las señales; los peces comenzaron a nadar en una dirección determinada y las abejas comenzaron a pulular alrededor de una de las terminales. Los robots en los dos grupos registraron la dinámica de cada grupo, intercambiaron esa información entre sí y luego tradujeron la información recibida en señales apropiadas para las especies correspondientes.

“Los robots actuaron como si fueran negociadores e intérpretes en una conferencia internacional. A través de los diversos intercambios de información, los dos grupos de animales llegaron a una decisión compartida”, dijo Francesco Mondada, profesor de BioRob.

Durante el experimento, aseguraron que las dos especies animales “hablaron” entre sí a pesar de que estaban a unos 700 kilómetros de distancia.

“La conversación fue caótica al principio, pero finalmente condujo a una cierta coordinación. Después de 25 minutos, los grupos de animales se sincronizaron: todos los peces nadaron en sentido contrario a las agujas del reloj y todas las abejas se agruparon alrededor de una de las terminales”, detallaron los investigadores.

INTERCAMBIANDO CARACTERÍSTICAS

“Las especies incluso comenzaron a adoptar algunas de las características de cada una. Las abejas se volvieron un poco más inquietas y menos propensas a enjambres juntas de lo normal, y los peces comenzaron a agruparse más de lo que normalmente lo harían”, dijo Bonnet.

CONCLUSIONES

Los hallazgos del estudio podrían ayudar a los ingenieros de robótica a desarrollar una forma efectiva para que las máquinas capturen y traduzcan señales biológicas. Y para los biólogos, el estudio podría permitirles comprender mejor el comportamiento animal y cómo interactúan los individuos dentro de un ecosistema.

Asimismo, la investigación podría usarse para desarrollar métodos para monitorear hábitats naturales mediante el uso de las excepcionales capacidades sensoriales de los animales. Por ejemplo, los científicos podrían alentar a las aves a evitar aeropuertos y peligros relacionados o dirigir a los polinizadores hacia cultivos orgánicos y alejarse de cultivos con pesticidas.

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