Científicos del Conicet y la UBA detectaron por qué algunos tumores son resistentes a terapias convencionales. Y ya están desarrollando un nuevo tratamiento. La investigación se publicó en EE.UU.
A veces, el cáncer opera como esos ladrones que son atrapados, pero que vuelven más tarde a encontrar un camino para escapar. Esta vez, científicos de Argentina, liderados por Gabriel Rabinovich, descubrieron uno de esos mecanismos que los tumores usan para evadir un tipo de tratamiento convencional, y ya están desarrollando una terapia para que no se vuelvan a liberar. El trabajo es tan importante que fue publicado ayer por la prestigiosa revista Cell.
“Creo que la ciencia debe aglutinar. No distingue ideologías. Es para el bienestar de todos. Deseamos que nuestro trabajo realizado en la Argentina sea útil para todos. Porque hay un gran problema con los pacientes que tienen tumores que resisten a los tratamientos, y nuestro trabajo intenta aportar una explicación y una posible herramienta como terapia potencial para hacer que los tumores respondan y el cáncer pueda controlarse”, dijo Rabinovich, en diálogo con Clarín, después de una conferencia de prensa que brindó ayer en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), con la presencia del Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, y el presidente del Conicet, Roberto Salvarezza.
El hallazgo y el desarrollo de la terapia potencial fueron llevados a cabo con fondos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Conicet, la Universidad de Buenos Aires, la Fundación Sales, y las familias Ferioli y Ostry. Con los subsidios, los científicos diseñaron experimentos que les permitieron descubrir un mecanismo de escape de los tumores y desarrollar el anticuerpo monoclonal, cuya patente está en trámite.
Cuando un tumor se desarrolla, necesita de nutrientes y oxígeno para crecer. Y se inicia un proceso de proliferación de las células cercanas –llamadas endoteliales–, que forman los vasos sanguíneos e irrigan al tumor en expansión. Ese proceso ocurre gracias a que se libera una proteína –conocida como factor de crecimiento endotelial vascular– que manda la señal para que se puedan construir los vasos sanguíneos que favorecen al tumor.
Desde hace diez años, están disponibles terapias antiangiogénicas que actúan sobre ese proceso: son anticuerpos monoclonales que sirven para bloquear la producción de vasos sanguíneos en pacientes con cáncer. Pero esas terapias no son eficaces en todos los pacientes porque los tumores escapan.
El equipo de Rabinovich estuvo formado por Diego Croci, Juan Cerliani, Tomás Dalotto-Moreno, Santiago Méndez-Huergo, Ivan Mascanfroni, Sebastián Dergan-Dylon, Marta Toscano, Julio Caramelo (de la Fundación Instituto Leloir), Juan García Vallejo, y Mariana Salatino. Contaron con la colaboración de los argentinos Enrique Mesri, en la Universidad de Miami, y Carlos Bais, de la empresa Genentech. Pudieron identificar un mecanismo que hace que los tumores sigan creciendo a pesar de que los pacientes reciban el tratamiento. “El mecanismo sería útil a diferentes tipos de cánceres”, comentó Rabinovich.
“Descubrimos que los tumores que son sensibles a la terapia antiangiogénica convencional tienen un escudo dentro de las células endoteliales que impiden que la proteína galectina-1 actúe. Entonces, cuando se aplica la terapia antiangiogénica convencional, el tumor se reduce. En cambio –aclaró el investigador, que fue ganador de un premio Konex de Platino el año pasado–, en los tumores resistentes a la terapia, el escudo no está presente y esto posibilita que la galectina-1 induzca la formación de vasos sanguíneos porque puede unirse al receptor de las células endoteliales. Así, el cáncer continúa desarrollándose o reaparece en los pacientes tiempo después”.
El hallazgo se realizó a partir de experimentos con tumores de pulmón, linfoma de células T y cáncer de páncreas, que empezaron en 2006. Y tiene implicancias no sólo para la comprensión de los diferentes tipos de cáncer sino para otras enfermedades en las que ocurre una producción anómala de vasos sanguíneos, como la degeneración macular asociada a la edad, y la retinopatía diabética.
El ministro Barañao afirmó ayer que el descubrimiento del equipo de Rabinovich es “un aporte excepcional al conocimiento universal hecho desde este Instituto (el IBYME), que debe ser la única esquina de América latina en la que trabajaron dos Premio Nobel, Bernardo Houssay y Federico Leloir, marcando históricamente el rumbo de la ciencia argentina”. Destacó que Rabinovich fue formado por la educación pública (en la Universidad Nacional de Córdoba), que es altruista con sus colegas y que ejemplifica que “se puede hacer ciencia básica inspirada en el uso porque impacta económica y socialmente en toda la comunidad”. El científico tiene 141 trabajos publicados y 8 patentes.